Bienvenidos a mi mundo. Formo parte de los “trabajadores invisibles”, aquellas personas que Internet define que realizan: “actividades profesionales conocidas, que el sistema requiere y utiliza, que suponen esfuerzo, que requieren competencia profesional, aptitudes, pero como no tienen visibilidad, muchas veces no son agradecidas ni reconocidas”. En mi caso, soy Traductora y adoro mi trabajo.
El aislamiento social lo practico desde hace unos 20 años. Les cuento cómo es un día normal en mi vida:
Me despierto a las 6am., preparo el desayuno y lonchera de mi hija mayor, la embarco en su movilidad escolar. Los dos más pequeños se levantan media hora más tarde. Tengo tiempo de prepararme un café, tomarlo y prender mi computadora. Se levantan y con la ayuda de mi esposo, los vestimos, desayunan y él los lleva al colegio. Empiezo a trabajar a las 7:00am. cuando todos se fueron.
Frente a mi computadora, traduzco toda clase de textos en Word, Excel, PowerPoint, InDesign o plataformas web del inglés al castellano. Aprovecho las 8 horas que tengo sin niños ni bulla para trabajar. Ahora, por el COVID-19, el trabajo se ha quintuplicado, traduciendo muchísimos documentos con urgencia: decretos de Florida, abstractos médicos, informes biológicos, recomendaciones sobre cómo usar el desinfectante de manos, restricciones de ingreso a sitios turísticos, etc. Mi pequeño granito de arena ayudando en esta pandemia.
Claro, hago algunas pausas; voy a la cocina a comer pan, al baño, y al jardín mientras como un plátano para tomar algo de aire y mi dosis de vitamina D. Entre mi esposo (quien también es traductor) y yo, nos turnamos para cocinar. La decisión es fácil, quien tiene menos trabajos urgentes, lo hace. Cuando los chicos vuelven del colegio, me detengo, los ayudo con sus tareas y jugamos o vemos televisión. Si ha quedado algo pendiente, lo termino entre las 9 y 11 de la noche.
Una vez a la semana, salimos a hacer compras. Sabemos bien a qué hora hacerlo para evitar el tráfico, el cual siempre veo sorprendida, pues cuando no sales, todo es nuevo. No es lo mismo salir a las 9:48 que a las 10:33am. También capto inmediatamente qué sitios desaparecieron y qué restaurantes nuevos hay. ¿Cuándo veo a gente? Pues, ciertos viernes en la noche y los fines de semana, visito a mis papás y a mi hermana. De hecho, a los traductores se nos acusa de ser insociables, callados y esquivos. Y es que las estadísticas señalan que solo el 27% de ellos tiene pareja o se casa.
Ya me acostumbré, de lunes a viernes, a estar en casa y ver solo a mi familia, a evitar el odioso tráfico de la ciudad, a trabajar sin jefes; esto incluye no tener que maquillarme o ponerme tacos y usar cualquier ropa cómoda que yo quiera. Ayudo al medio ambiente contaminando menos que otros, al no usar transporte al trabajo.
Cuando termine la cuarentena y regreses a tu oficina a trabajar, te rías con tus colegas de trabajo, compartas el almuerzo con amigos y pases por el gimnasio de regreso a casa, detente un ratito y piensa en nosotros como reconocimiento, que en aislamiento social diario, hemos traducido para ti los subtítulos de esa película que te fuiste a ver al cine, las instrucciones de la caminadora que usaste ayer para ejercitarte, el videojuego que juegas con tu hijo en el Playstation y la información de la BBC sobre el coronavirus que estás leyendo hoy.
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